viernes, 22 de mayo de 2009

Hasta siempre, chico triste

Se ha escrito sobre su figura hasta la saciedad en los últimos días, la verdad es que probablemente ya está todo dicho, o casi todo, pero hoy, tras leer y escuchar muchísimas cosas, me siento con ganas, con cierta necesidad de hablar de él.

El 12 de mayo se apago una luz, no sólo un artista más, sino un símbolo de una generación, con sus luces y sus sombras. Es cierto que su aspecto siempre nos trasmitía fragilidad, que su deterioro físico crecía con el paso de los años, últimamente de los días, pero su talento crecía de forma exponencial. No voy a negar lo que es evidente, y que la insuficiencia pulmonar que se lo ha llevado sólo es una consecuencia de lo que todos sabemos, de lo que algunos han hecho leña, pero no seríamos justos si nos quedáramos sólo en eso.

Antonio Vega no sólo hacía canciones, escribía himnos, poesía en estado puro que ha sido banda sonora de momentos muy especiales de la vida de muchos de nosotros. A menudo ponía palabras a nuestros deseos y sentimientos, siempre con esa dulzura de chico frágil, lleno de esa especial melancolía que hacían, que hacen de sus canciones puro sentimiento. Pero seguramente no pudo superar la pérdida de su “ chica de seda y hierro” y poco a poco se nos ha ido yendo, sin hacer ruido.
Todavía siento un escalofrío al ver de nuevo el dueto que hizo con Miguel Bosé, “El sitio de mi recreo”. Y no por su aspecto, sino porque al escucharle cantar y hablar uno es aún más consciente de la gran pérdida que supone su muerte. Espero que, allá donde vayas, y en compañía de esos otros genios de tu/nuestra generación y que dejaron también un hueco en nuestros corazones, sigas creando magia como la que nos dejaste en vida. Que los Urquijo, Flores, Risi, Casal, Canito, Berlanga y tantos otros te acojan entre ellos.




El Camino

Sentir el viento en la cara, una rama que cruje al pisarla, una extraña mezcolanza de cantos de pájaros invade mis oídos…

Un camino cualquiera que nos lleva a cualquier parte, a ninguna parte, apenas si importa… sólo andar por andar, por el placer de hacerlo, entre sobras de enormes árboles o con el tibio sol de primavera en la cara.

Ya casi me había olvidado de lo bien que me hace sentir la cercanía a la naturaleza, el volver a nuestros orígenes, a comunicarnos de otra forma con nuestra “Madre Tierra”.

No hay nada como un puñado de amigos y una buena caminata por delante, sin prisas, sin objetivo claro, o si, con uno, uno sólo, pasarlo bien.


O una pequeña salida a correr, sólo en compañía de tus pensamientos, los mensajes de tu cuerpo ante el esfuerzo, y, por que no, una buena música si se tercia, aunque cuando uno corre por entre pequeños arroyos, majestuosos pinos y medrosos gazapos, hasta la buena música sobra. Y camino por delante, siempre el camino…